Con 14 años realicé mis primeras visitas al Valle de
Tejadilla. Por aquel entonces yo estudiaba 3º de la ESO y en la asignatura de
Biología y Geología teníamos que hacer el conocido como “Trabajo de los 5
meses”. Se trataba de elegir un espacio natural próximo a la ciudad de Segovia
y hacer un estudio ambiental del lugar, analizando su historia geológica,
climatología, fauna y flora, tipos de suelos, caudal del río, contaminación,
impactos ambientales, propuestas de mejora… En esos momentos, mis conocimientos
sobre la fauna ibérica eran más bien escasos, desconociendo que era lo que me
podría encontrar en ese entorno. Entre los recuerdos que aún conservo de esas
salidas de campo con Alberto, Óscar y Luis, mis compañeros de aquel trabajo,
está mi primer encuentro con un zorro, que al vernos salió corriendo sin mirar
atrás y al que no quité el ojo hasta que se escondió entre los matorrales.
Posteriormente, con los años, han sido múltiples las escapadas por el Valle,
descubriendo su fauna y su flora, la cual en estas líneas voy a tratar de
resumir, centrándome especialmente en las aves que allí habitan a lo largo del
año.
Introducción de la formación geológica del valle
Antes de adentrarnos en el Valle de Tejadilla, conviene
viajar en el tiempo hasta la afamada época de los dinosaurios, al Cretácico
superior, hace 65 m.a.. Los restos fósiles que se encuentran en el valle y el
estudio de las rocas, nos cuentan que por aquel entonces Segovia era un enclave
costero de la Península, en la que solo emergían del agua las cadenas
montañosas. En el valle se sucedían los flujos mareales, que junto con la
desembocadura de los ríos, dejaban sedimentos que con el paso de los años se
transformaron en las rocas calizas, dolomías, arenas y arcillas que conforman
en la actualidad las paredes rocosas del Valle.
Posteriormente, ya en el Cuaternario, hace 1,6 m.a, las
grandes cuencas fluviales provocan un gran proceso erosivo sobre las rocas
sedimentarias, produciéndose el encajonamiento del arroyo, a la vez que se
deposita gran cantidad de sedimentos en las llanuras de inundación, generando
suelos fértiles donde actualmente se asienta gran parte de la vegetación
arbórea y arbustiva del valle.
Excavaciones paleontológicas realizadas en algunas cuevas
del Valle, como la cueva del búho, también nos aportan información muy
interesante de la fauna presente en tiempos pretéritos. Hace 90.000 años, en el
valle habitaban hienas de las cavernas (Crocuta
crocuta spelaea), que cazaban a sus presas en los fondos de valle y/o en
las zonas esteparias o bien se nutrían de los restos de las carroñas
abandonados por los grandes depredadores de la época, como eran los leones de
las cavernas (Panthera leo spelaea),
leopardos (Panthera sp) o lobos (Canis lupus sp). Además de estos restos
fósiles también se han encontrado restos de rinoceronte de pradera (Stephanorhinus hemitoechus).
Hábitats del Valle de Tejadilla
o
Cortados rocosos
Los cortados formados por rocas calizas y en menor medida,
areniscas, se alzan imponentes en algunas zonas del valle. En las oquedades
formadas por la acción erosiva del agua que se infiltra entre la roca,
encuentran refugio y un lugar donde colocar sus nidos una gran variedad de
aves; rapaces como el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) o el mochuelo
europeo (Athene noctua), córvidos como el cuervo (Corvus corax), la corneja negra (Corvus corone), la grajilla (Corvus monedula) o la chova
piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax); los vistosos abejarucos (Merops
apiaster), que excavan ayudándose de sus picos, galerías en la roca
arenisca donde crían a sus polluelos. El gorrión chillón (Petronia petronia),
el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) o la paloma bravía (Columba
livia) también habitan estas paredes.
Grajillas
Abejaruco
Cernícalo vulgar
Mochuelo europeo
o Páramo
En el pedregoso páramo, ubicado en las zonas más elevadas
del Valle, la vegetación natural formada por plantas herbáceas y matorrales
rastreros de plantas aromáticas como el tomillo salsero (Thymus zygis) y la salvia (Salvia
pratensis) ha sido desplazada en gran parte del terreno por cultivos de
cereal de secano. En las primaveras lluviosas, resulta fácil observar,
prestando atención, varias especies de orquídeas como Ophrys lutea y Ophrys
sphegodes.
Estas zonas suelen ser frecuentadas por rebaños de ovejas y
entre las aves se pueden observar alondra común (Alauda arvensis), cogujada común (Galerida cristata) y cogujada montesina (Galerida theklae). El plumaje de estos aláudidos, de colores
marrones, pardos y ocres, les permite pasar desapercibidos cuando se encuentran
en el suelo y dificulta en gran medida su observación así como distinguir unas
especies de otras. La perdiz roja (Alectoris
rufa) y la codorniz (Coturnix
coturnix) también frecuentan los páramos del Valle de Tejadilla, pero al
igual que pasa con los aláudidos, nos será más fácil oirlas que verlas. En los
majanos dispersos por el páramo, encuentran refugio los conejos (Oryctolagus cuniculus) y se puede
observar, oteando desde lo alto, collalba gris (Oenanthe oenanthe).
Cogujada común
En sus movimientos diarios en busca de alimento, es posible
observar sobrevolando el páramo a las tres especies de buitres presentes en la
provincia: buitre negro (Aegypius monachus), buitre leonado (Gyps
fulvus) y alimoche (Neophron percnopterus), así como águila
culebrera (Circaetus gallicus)
buscando dar cuenta de las culebras de escalera (Rhinechis scalaris) y culebras bastardas (Malpolon monspessulanus) que habitan en este entorno. En las
torretas de la luz y antiguos postes de teléfono que atraviesan el valle,
podemos ver posado, al busardo ratonero (Buteo
buteo), a la espera de que bajo sus pies se deje ver algún confiado ratón.
Alimoche
Buitre negro
Buitre leonado
o Ecosistema
fluvial de ribera
El arroyo Tejadilla atraviesa el Valle de Sureste a Noroeste
a lo largo de 3,5 Km.. Ha sido sin duda el gran modelador del actual paisaje.
En sus orillas crecen especies arbóreas como chopos (Populus sp.), sauces (Salix
sp), olmos (Ulmus minor) y alisos
(Alnus glutinosa) y gran cantidad de
especies arbustivas, destacando la zarzamora (Rubus ulmifolius) que en muchas zonas impide por completo el acceso
al cauce. La vegetación de ribera proporciona alimento y refugio a una gran
cantidad de aves de pequeño y mediano tamaño, como el mirlo común (Turdus merula), pico picapinos (Dendrocopus major), pito real (Picus viridis), cuco (Cuculus canorus), oropéndola (Oriolus oriolus), paloma torcaz (Columba palumbus), curruca capirotada (Sylvia atricapilla), chochín (Troglodytes troglodytes), ruiseñor
bastardo (Cettia cetti), ruiseñor
común (Luscinia megarhynchos),
petirrojo (Erithacus rubecula), herrerillo
común (Cyanistes caeruleus),
carbonero común (Parus major),
escribano soteño (Emberiza cirlus),
pinzón vulgar (Fringila coelebs),
zarcero políglota (Hippolais polyglotta),
verdecillo (Serinus serinus) y
verderón común (Chloris chloris). Muchas
de esas especies las descubriremos más fácilmente si sabemos distinguir sus
hermosos y variados cantos, ya que por lo general se ocultan entre las hojas y
las ramas de la vegetación y se mueven con gran velocidad, haciendo difícil
captar su presencia con la vista.
Chochín
Curruca capirotada
Zarcero políglota
En la lámina de agua, especialmente cuando el arroyo baja
con más caudal, se puede observar con suerte garza real (Ardea cinerea) y alguna pareja de ánades reales (Anas platyrhynchos). En los árboles más
altos instalan sus nidos rapaces como el milano real (Milvus milvus), milano negro (Milvus
migrans), águila calzada (Aquila
pennata), azor (Accipiter gentilis)
o gavilán (Accipiter nisus).
Milano real
Águila calzada
o Laderas
con arbustos y matorrales de medio y bajo porte
En algunos enclaves del valle, los cortados rocosos
desaparecen dejando su paso a laderas donde aparecen de manera dispersa
arbustos de medio y bajo porte como majuelos (Crataegus monogyna), rosales (Rosa
canina), endrinos (Prunus spinosa),
así como sabinas (Juniperus thurifera)
provenientes de acertadas plantaciones realizadas en el pasado.
En estas zonas
de transición entre el río y el páramo, podemos encontrar alimentándose especies
como la abubilla (Upupa epops), curruca
carrasqueña (Sylvia cantillans),
curruca zarcera (Sylvia communis),
pardillo (Carduelis cannabinna),
jilguero (Carduelis carduelis),
alcaudón común (Lanius senator), escribano
montesino (Emberiza cia) o el
triguero (Miliaria calandra).
Curruca carrasqueña
Jilguero
Triguero
Alcaudón común
Esta variedad de hábitat hace que a lo largo del año se
puedan ver en el Valle unas 70 especies diferentes de aves, entre residentes,
invernantes, estivales y en paso, estando algunas de ellas amenazadas de
extinción. Desde estas líneas animo a todos los segovianos amantes de la naturaleza a recorrer este precioso enclave que tenemos tan cerca y que para muchos es completamente desconocido, pero eso sí, siendo respetuosos con el medio ambiente, sin dañar su flora y su fauna para que sus importantes valores naturales se preserven para el disfrute de futuras generaciones.
Bibliografía consultada:
Análisis de la situación ambiental del Valle de Tejadilla:
Evolución geológica y paleontológica. Importancia ecológica y perspectiva de
futuro. Plan de uso y gestión. Alfonso Arribas Herrera y Juan Antonio
Rodriguez. Premios del IV concurso sobre el medio ambiente
6 comentarios:
Estupendo reportaje, Nacho
Una entrada magnífica de este valle Segoviano, que debería además ser limpiado por el Ayuntamiento y cuidado por todos los Segovianos.
Gran trabajo, Nacho!!
Muy bueno!! Una pregunta, creo q es la cueva de la llave la que se introduce muy adentro del valle, sabes asta donde llega?
Gracias Nacho...gran reportaje...veo que no te olvidas de tu tierra.....
La ruta este año se ha hecho expresamente en el valle con intención de dar visibilidad al problema de residuos y la protección de la fauna existente frente a futuras actuaciones municipales. Aunque algunos no se lo parezca estamos trabajando por el medio ambiente, pero a nosotros no nos gusta denunciar, nos gusta educar y convencer con nuestras acciones, siempre directas.
Yo ahora con 66 años. Cuando tenía 15,16,14.....iba a tejadilla y siempre me fascinó ese valle. Siempre pensé que tenía que tener petróleo. Además de comunicarse con el alcázar
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