Vuelta Ornitológica de
Islandia en Junio
Durante los días 2 al 15 de junio
de 2016, dos parejas aficionadas a la ornitología, estuvimos realizando un
viaje ornitológico-turístico por Islandia; nos basamos en los “sitios de
interés” de Ebird para Islandia y en el viaje de David Díaz (colgado en
reservoirbirds.com).
Ornitológicamente hablando,
destaca:
-
Ver especies que apenas se ojean en la Svensson
al no tener posibilidades de encontrarlas en España.
-
Ver limícolas y especies nórdicas que se ven en
España, pero ahora en plumaje nupcial
-
Ver especies escasas en España (o que se ven muy
lejos desde un cabo) pero a distancia irrisoria.
-
Ver comportamientos de cría y celo.
-
Ver pollitos.
En los 12 días efectivos,
recorrimos 3200 km a bordo de un todocamino (Renault Kadjar), viendo 73
especies, de las que 27 fueron primeras observaciones y 1 subespecie nueva
(chochín islándico).
Nos llamó la atención la poca
presencia de depredadores pues en 12 días intensivos tan sólo vimos un halcón
gerifalte y un zorro ártico. Nos faltaron las observaciones de esmerejón,
pigargo y búho campestre que tuvimos que compensar con los abundantes págalos
que se dedicaban a depredar pollitos. Había alimento, por lo que las
condiciones de cría allí eran óptimas: las agachadizas hacían constantemente
sus sonoros vuelos de celo y se las veía por doquier, frente al comportamiento
tímido y huidizo que adoptan en nuestra península ibérica.
Uno de los grandes
descubrimientos fue muy pequeño y estilizado: el falaropo picofino, esta
sorprendente limícola, presenta los roles invertidos: es la hembra la que
presenta una coloración más atractiva y la que compite por el macho (curioso ver
cómo alejan a otras hembras de su “hombre”), que es el que se encarga de
incubar la nidada. Además, esta curiosa limícola, a la que normalmente vemos
siempre nadando cual acuática, se alimenta de insectos en tierra durante la
época de cría, convirtiéndose en pelágica el resto del año, pasando el resto
del año en alta mar al sur de las costas de la península arábiga.
Otra sorpresa es por ejemplo la
ausencia de vencejos, golondrinas y aviones, sobre todo teniendo en cuenta la
poca dificultad que tienen estas aves para recorrer grandes distancias en
migración, pues en ciertos lugares como en el Lago Myvatn la abundancia de
insectos voladores es asombrosa.
INTRODUCCIÓN
Islandia posee 103.000 km2 (el
equivalente a Castilla y León y Asturias juntos), con una población de 330.000
habitantes, de los que 200.000 viven en el área metropolitana de Reykjavik; el
resto de la población se distribuye alrededor de la franja de costa del país,
ya que el interior, volcánico y glaciar está deshabitado. En nuestro viaje no
vimos ni una sola tierra cultivada (sí algún invernadero), siendo las granjas
únicamente dedicadas a la ganadería (las omnipresentes ovejas y los caballos,
ambos de raza autóctona islandesa).
VIAJE
Tras el paseo antes del desayuno
por la costa cercana al guesthouse y toma de contacto con las primeras aves (menuda
alegría con los primeros eider…que luego
los encontraríamos hasta en la sopa, je,je), nos dirigimos a Gardur, a
la punta donde se encuentra el faro, en el que nos encontramos con las primeras
emocionantes especies: Ostrero,
vuelvepiedras, gaviota polar, eider, alcatraz, chorlito dorado, colimbo grande,
zarapito trinador, gavión, y correlimos tridáctilo en plumaje nupcial (no
lo volveríamos a ver en otro lugar). Un poco más lejos, a la entrada de Sandgerdi,
hay una laguna con Falaropo picofino,
aguja colinegra, serreta mediana, porrón moñudo, gaviota polar. Entre Sandgerdi
y Hafnir, una interesante colonia
de eider, en la que había paisanos recogiendo el flojel: que es el plumón
que se arrancan los eider del pecho para tapizar el nido, y que los paisanos
recogen sustituyéndolo por heno; este flojel, único y caro, es el relleno
genuino de los famosos edredones nórdicos.
En los acantilados Hafnaberg,
a los que hay que dedicar media hora larga de caminata por un incómodo
sendero de arena y piedra; la gente que nos cruzábamos de vuelta decía decepcionada:
“only birds”, “many birds”, y nosotros apretábamos en paso, encantados. Allí
encontramos una colonia de gaviota
tridáctila, arao común y fulmar. El arao común ya no fue tan abundante ni
tan cercano el resto del viaje y el de Brünnich
ya no lo volvimos a ver. Por la tarde, visita turística a Reykjavik, donde
escuchamos por primera vez el canto del zorzal
alirrojo (le gusta perchar).
En el bosque de Hofsstadaskogur, donde encontramos esta curiosa señal:
En este lugar oímos y localizamos al chochín islándico, subespecie más grande y gris, y que al contrario que la nuestra, no frecuenta las zonas bajas, sino las copas de los árboles. Cerca se encuentra la preciosa iglesia de Budir, en cuyo cementerio vimos uno de los motivos más repetidos en las lápidas islandesas: unos pajarillos sobre ellas (realmente encantador para los ornitólogos):
Anarstapi es un lugar imprescindible, tanto por sus plataformas sobre el mar como por su muy transitado paseo hacia Hellnar. Aquí la emoción llegaría con los primeros patos arlequines (¡qué animal más espectacular!). A poco de tomar el desvío a Hellnar, vimos una señal de “zona de protección”, pues debía de haber una lagunilla tras una loma, y faltos de tiempo, no nos paramos y luego nos arrepentimos: se citó al día siguiente un falaropo picogrueso, especie que nosotros ya no vimos en nuestro viaje.
En Hellnar la emoción volvió a
cotas máximas, cuando tras ver una foca extrañamente cercana a la orilla de la
cala y estar ensimismados con los arlequines, Javier gritó: ¡¡ Orcas !!, bastante cerca de la costa
(lo que es poco habitual), cazando, con crías incluidas. Se formó un revuelo
importante entre los locales, especialmente en el grupo de españoles que andaba
por allí en compañía de un "bilbaíno por el mundo", injertado en la
isla; las pudimos disfrutar cerca de 20 minutos.
Foto 6: Pato Arlequín (Hystrionicus hystrionicus)
En Rif, hay una serie de lagunillas en las que hicimos dos visitas totalmente distintas: una pre-desayuno a las 08:03, fantástica, con barnacla carinegra, canadiense, ánsar piquicorto, zorros árticos y mucho bicherío, y otra a las 10:15 cuando el tiempo había cambiado y había arreciado un viento frío y fuerte que espantó a la mayoría de las aves matutinas, …tal es la variabilidad del tiempo islandés; aunque en la lagunilla más cercana al pueblo, encontramos el colimbo chico en el nido, a 50 m., con el cuello extendido y "cara de preocupación"; también cayó el único porrón osculado del viaje y observamos falaropos picofinos con la hembra defendiendo a “su macho” de otra hembra (esta interesantísima especie presenta los roles invertidos).
En el bonito lugar de Stykkishólmur
vimos el primer frailecillo del
viaje. Desde allí cogimos nuestra primera carretera larga de tierra: la 54. En
de laguna de Haukadalsvatn vimos nuestra primera pareja de serreta grande. Parada en Blönduós,
donde hay un observatorio en la desembocadura del río, cuyo alrededor estaba
copado por ánsares comunes y sus
pollitos, aquí encontramos silbón,
gaviota polar y colimbo grande. Cerca tuvimos un inesperado alojamiento en
el que al día siguiente, antes de desayunar, censamos 27 especies (número
normal en España pero mucho para Islandia), incluido un nido de gaviota cana en una islita enfrente del
río y un par de ánsares piquicortos.
De camino al lago Myvatn, nos desviamos a la interesante granja de Glaumbaer, posteriormente encontramos la primera gran cascada Godafoss (la Cascada de los Dioses) y por fin, llegada al mítico lago Myvatn (Lago de los Mosquitos, que son más bien moscas pequeñas e inofensivas, ya que no nos picaron). La primera parada aquí fue espectacular, tanto por el número de moscas que nos atosigaban como por el bicherío del lago: los primeros porrones islándicos, haveldas en varias fases de plumaje y zampullines cuellirrojos en plumaje nupcial (subidón de endorfinas a niveles críticos). Los patos y los falaropos picofinos no paraban de comer las moscas que caían al agua (¡que atracón, por Dios¡). Hay que señalar que no en todas las zonas del lago había la misma cantidad de moscas, pues en algunas era soportable, sin embargo, junto al bosque de Hofni, la concentración fue tan inverosímil, que las chicas se negaron a salir del coche.
Foto 10: Moscas en el Lago Myvatn
En la zona del museo de aves Gjarfjial, encontramos una pareja de zampullines cuellirrojos comiendo peces y ¡haciendo el nido junto al camino!… seguro que han sido los más fotografiados de la temporada islandesa. El resto de tarde lo dedicamos a la zona geotérmica del volcán Viti, con vistas al temible Kafla, y paseos por solfataras bufadoras y malolientes (eso sí, sin moscas, ¡que tranquilidad¡).
En Husavik hicimos la
habitual excursión en barco para ver ballenas, además de las múltiples ballenas
que observamos (Ballena azul!, jorobada, y rorcual aliblanco entre otros),
observamos el único halcón gerifalte
del viaje y se lo cantamos al resto del barco, motivo por el cual nos
denominaron los “expertos ornitólogos españoles”.
En Berg, hablamos con un
ornitólogo local que nos indicó que en las lagunillas del pueblo había una cerceta americana (anas carolinensis) y en el río
multitud de focas.
Foto 13: Porrón bastardo (Aythya marila)
Por la carretera de los acantilados al norte de Husavik, quisimos hacer una parada en una colonia de frailecillos, pero una barricada casera nos lo impidió. Un poco mas adelante, los playones de tierra negra de Öxarfjordur sobrecogían.
Visitamos Asbirgi, un bonito cañón cortado verticalmente con colonia de fulmar y un laguito al fondo con porrón islándico, y posteriormente, fuimos a la espectacular cascada de Detifoss por una carretera que se encontraba tan polvorienta, que había que dejar amplio margen con los coches precedentes, y casi frenar cuando te cruzabas con alguien, pues no se veía apenas por el polvo que levantaban los coches.
Una vez incorporados de nuevo a
la carretera 1, hay que estar pendiente de ver los ánsares piquicortos, pues se ven en esta zona. Abandonada de nuevo la
1, por carreteras de tierra, subimos el puerto de la 917 con paredes de nieve
de 6 metros en los laterales, prueba de que los islandeses se comprometen a
abrir sus carreteras en junio y lo cumplen.
En Brunnavik sufrimos las iras de los charranes árticos, pues la carretera pasaba junto a una colonia de cría, y montan una escandalera de aúpa sobre sobre las cabezas de los intrusos, haciendo picados e incluso son capaces de cagarte o de picar (no duele). Aquí también se encuentra una accesible y muy interesante colonia de frailecillos, donde se pueden ver y fotografiar realmente a placer.
En la la bahía de Breiddalsvik, donde la carretera que cruza es cubierta eventualmente por la marea, hay un amplio arenal negro donde encontramos la mayor cantidad de limícolas de nuestro viaje: (unos 300 correlimos comunes, 80 archibebes comunes, 30 chorlitos dorados, 20 agujas colinegras, 20 ostreros y 30 chorlitejos grandes).
En Djupivogur hay dos lagunas divinas con observatorios incluidos (no muy abundantes en Islandia), y bonita playa de arenas negras.
Continuando hasta nuestro alojamiento, pasamos junto a grandes concentraciones de eider común y de cisne cantor en el mar.
En las lagunillas de la granja de Hraunkot, encontramos las primeras barnaclas cariblancas del día. Y en Höfn asistimos a un ritual que ese día veríamos en varios lugares, principalmente en Jökulsarlón: colonia de charranes árticos, que de pronto se alborotan hasta que descubres que el motivo es uno o dos págalos (grande o parásito) que terminan capturando un pollito y llevándoselo. Este día también tuvimos el cielo cubierto, y no nos dejó ver la cima del Hvannadalshnjúkur.
Jökulsarlón es un lugar imprescindible, tanto paisajísticamente como ornitológicamente. Aquí, entre decenas de coches constantemente entrando y saliendo, un escribano nival se dedicaba a picotear los insectos de los radiadores de los coches ¡pero qué listos son!. En la escollera de la desembocadura, encontramos los ansiados correlimos oscuros bastante cerca.
El resto de día ya no fue ornitológico: lago y glaciar de Fjallsjökull, cascada de Svartifoss y travesía a través del Skreidarársandur, llanura de unos 40 km de arenas negras, peligrosa en días de fuerte viento, ya que éste impulsa la arena con tal fuerza que es capaz de lijar la pintura de la carrocería de los coches, para lo cual hay un seguro específico en la isla, muy caro, que intentan venderte como sea (seguro SAAP).
Vik y su famosa playa de
arena negra de Reynir es otro lugar imprescindible. Desde Gardar,
subimos al faro (también recomendable) para continuar visitando las cascadas
de Skógafoss, Seljalandsfoss, y Gljúfrafoss. En la reserva de Floi, hay
parejas de colimbos chicos y falaropos
picofinos en todas las lagunas, aunque no encontramos a la escondidiza lechuza campestre, que nos quedó pendiente
en el viaje.
Foto 24: cascada de Seljalandfoss
El penúltimo día lo dedicamos al famoso triángulo de oro: cascada de Gullfoss, geiser de Strokkur y las fumarolas contiguas, casa-cueva de Laugarvellir, lago Laugarvatn y finalmente la falla de Thinvellir, donde hallamos al deseado pardillo sizerín, se ven patos arlequines y los ánsares no se asustan de los visitantes.
En Sellfos hubo sizerines y piquituertos y en Reykjavik, en la península de Selftjarnarnes la perla final: dos correlimos gordos en plumaje estival.
Formaron parte: Toni Alonso, Rosa
Peña, Javier Fernández y Amelia Aguirre.
Fotos: Rosa Peña (salvo lápidas y págalo grande, de Javier Fernández)
Una versión más amplia de este viaje se encuentra colgado en
http://www.reservoirbirds.com/TripReports.asp
2 comentarios:
Menuda pasada de viaje!!!
Gracias por compartir tan fascinantes aventura!!
Dan ganas de hacer la maleta, jejeje
You wrote it well, I read it with pleasure.
Lexy
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