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domingo, 24 de junio de 2018

PASERIFORMES FORESTALES: LOS PÁRIDOS



Bajo el nombre de paseriformes forestales encontramos a un gran número de pequeñas aves cuyo hábitat predilecto es el bosque; entre todas ellas, encontramos a los páridos, que constituye una familia de aves compuesta por un pequeño grupo de vistosos pajarillos conocidos comúnmente como carboneros y herrerillos. En la provincia de Segovia podemos observar 4 de las 6 especies de páridos que hay presentes en España: carbonero común (Parus major), carbonero garrapinos (Periparus ater), herrerillo común (Cyanistes caeruleus) y herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus), quedándose fuera del alcance de nuestros prismáticos, el carbonero palustre (Poecile palustris), presente en el tercio norte peninsular y el herrerillo africano (Parus teneriffae), cuya distribución se circunscribe al Archipiélago Canario.

Los  páridos son fáciles de identificar gracias a sus colores llamativos y a sus alegres cantos. En conjunto, presentan una serie de características comunes en lo referente a su biología, ecología y comportamiento, destacando:
  • Su preferencia por habitar en masas boscosas: pinares, robledales, encinares, bosques de galería… o incluso parques y jardines de pueblos y ciudades.
  • Sus hábitos trogloditas a la hora de instalar sus nidos, ocupando con bastante facilidad cajas nido.
  • Sus picos finos y cortos propios de una dieta insectívora, aunque ne invierno, cuando los insectos escasean, suelen consumir frutos y materia vegetal.
  • Son de costumbres inquietas, con un metabolismo acelerado que les obliga a buscar comida constantemente.
  • Llevan a cabo un enorme esfuerzo reproductor, ya que en un año pueden realizar dos puestas y sacar adelante a más de 10 pollos en cada una si las condiciones ambientales lo permiten.


Herrerillo capuchino saliendo de nido instalado en agujero de un pino

DESCRIPCIÓN DE LAS 4 ESPECIES PRESENTES EN LA PROVINCIA DE SEGOVIA

·      Carbonero común (Parus major)

Es el mayor de los cuatro con una longitud de 14 cm y una envergadura de entre 22,5 y 25,5 cm.. Se caracteriza por presentar una coloración amarilla en el pecho y vientre, con una franja longitudinal negra, conocida vulgarmente como corbata, que lo recorre desde la garganta hasta la base de la cola. La cabeza es de color negro con las mejillas blancas. Las alas y la cola son de color azulado y el dorso verde. Es la única especie que presenta dimorfismo sexual, es decir, que es posible distinguir a simple vista el macho de la hembra; para ello hay que fijarse en la mencionada corbata negra, que es mucho más ancha y marcada en los machos que en las hembras. Se le puede observar en cualquier tipo de masa forestal.

El canto destaca por su tono metálico, siendo el reclamo más característico un repetitivo chi-chipán, onomatopeya por la que es conocido en muchas partes de España.

 Carbonero común hembra

Carbonero común macho

·      Carbonero garrapinos (Periparus ater)

Como su propio nombre indica, el carbonero garrapinos gusta de vivir en bosques de coníferas, preferentemente pinares. Si afinamos el oído, seguramente le detectaremos antes por su canto que a través de la vista, ya que entona una melodía repetitiva fácilmente reconocible, un güichu-güichu. Una vez que le tengamos localizado, seguramente mientras se cuelga del extremo de alguna rama fina para buscar alimento, veremos que mide unos 11,5 cm y tiene una envergadura de entre 17 y 21 cm. La cabeza y la garganta son de color negro, presentando las mejillas y la nuca color blanco. El dorso y las alas son de color gris azulado, con el pecho y el vientre color crema.

Carbonero garrapinos

·      Herrerillo común (Cyanistes caeruleus)

Es el párido más abundante y sin duda alguna, también el más colorido. La cabeza, la garganta, la nuca y las alas son de color azul, las mejillas de color blanco, el dorso de color verde y el pecho y el vientre de color amarillo con una pequeña línea longitudinal negra, que al contrario que en el carbonero común, no llega a unirse con la garganta. Mide 11,5 cm. y tiene una envergadura de entre 17,5 y 20 cm. Emite múltiples reclamos, siendo el más característico una estrofa compuesta por trinos cortos finalizados con una risa, tit-tit-tit-chuuar. Puede realizar estrofas similares a las del carbonero común, pero suenan más aflautadas y no tan metálicas.

Muestra preferencia por los bosques caducifolios, aunque también es frecuente en encinares y alcornocales y en parques y jardines. Puede ser más raro en bosques de coníferas monoespecíficos.

Herrerillo común

·      Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus)

Este pajarillo es inconfundible, no por sus vistosos colores, sino por su pequeña cresta triangular y apuntada de plumas blancas y negras. La cabeza es de color gris claro con varias franjas negras, una de ellas le recorre todo el cuello a modo de collar. El dorso y las alas son de color pardo y el pecho y el vientre de color gris. Habita preferentemente en bosques de coníferas. Su canto es similar al del herrerillo común, pero repite la última nota, tit-tit-chuuar-chuuar.

Herrerillo capuchino

CONTROL DE PLAGAS

Estas especies de aves son de vital importancia para el ecosistema forestal, ya que debido a  su dieta insectívora, depredan sobre multitud de arañas e insectos (escarabajos, orugas de mariposas, moscas, pulgones y hormigas), los cuales en un momento dado, podrían convertirse en plagas para las especies de árboles y arbustos presentes en un determinado bosque. Un claro ejemplo es la depredación sobre las orugas de la temida procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa), especie de polilla que causa cuantiosos daños en los pinares al alimentarse la oruga de las acículas de los pinos.

Carbonero común alimentándose 
de orugas de procesionaria del pino

Otra especie cada vez más abundante en los pinares y que puede generar graves daños al arbolado es una planta, el muérdago (Viscum album). Se trata de un semiparásito con un ciclo vital curioso, ya que necesita vivir a expensas de otras plantas y para ello requiere de la presencia de otras especies, como el zorzal charlo (Turdus viscivorus) que le ayuden a dispersar las semillas y a depositarlas en las ramas de los árboles a parasitar. Y es en ese proceso donde entran carboneros y herrerillos, ya que se alimentan de las semillas antes de que estas comiencen con el proceso de crecimiento a expensas del árbol parasitado.

COMO AYUDARLES

Favorecer su presencia es algo que beneficia a todos los integrantes del bosque y también, como es obvio, a los seres humanos, ya que un ecosistema forestal bien conservado nos proporciona múltiples beneficios. Es por ello que todos podemos poner de nuestra parte para ayudar a mejorar sus poblaciones.

Las cajas nido para paseriformes forestales se han utilizado históricamente como elementos de gestión forestal, ya que, en muchas plantaciones, se genera el problema de que todos los árboles suelen tener la misma edad y cuando el arbolado es joven no presenta oquedades donde las aves trogloditas puedan construir sus nidos. La falta de estas especies en el ecosistema forestal favorece la proliferación de especies de insectos que pueden dañar al arbolado, llegando en muchas ocasiones a producirse plagas de grandes dimensiones que causan graves perjuicios ambientales y económicos. Con la colocación de las cajas nido se habilita un espacio artificial donde estas aves puedan completar su ciclo reproductor, ayudando así a mejorar la salud del bosque.


Caja  nido en rama de roble

Hoy en día, las cajas nido se siguen usando para ese fin, ya sea en terrenos forestales, en parques y jardines o en nuestras casas. Con su colocación ayudamos a mejorar las poblaciones de estas pequeñas aves y por consiguiente cuidamos de las especies vegetales que nos rodean. Pero no solo ese puede ser el fin de las cajas nido, ya que se emplean como herramienta de investigación, puesto que permite a los científicos un acceso sencillo a los nidos de determinadas aves para poder realizar multitud de trabajos que ayudan a conocer mejor el comportamiento de estas aves. También pueden ser empleadas en el mundo de la educación ambiental, acercando la naturaleza a los más pequeños, animándoles a construir un hogar para las aves y a seguir de cerca, día a día, su evolución.


Caja nido ocupada por carbonero común


Caja nido de párido con 7 huevos en su interior

En la actualidad, existe una gran variedad de cajas nido en función de la especie que las vaya a ocupar; grandes o pequeñas, con el agujero de entrada acorde al tamaño del ave que la vaya a utilizar, con el frontal abierto o cerrado, de madera, de corcho, de fibrocemento, de cerámica… en definitiva, casi se puede decir que cada ave tiene predilección por una caja nido en concreto. Las de párido son cajas pequeñas, de unos 20 cm. de alto, 15 cm. de ancho y 15 cm. de profundidad, con un agujero frontal de 3 cm. de diámetro.

Medidas para fabricar una caja nido

Otra forma de ayudar a estas pequeñas aves es mediante comederos que les aporten un suplemento alimenticio cuando ellas más lo necesitan, en invierno, ya que estas aves inquietas y de metabolismo acelerado, necesitan comer constantemente para mantener el calor corporal, y con el frío, la lluvia y las nieves invernales, los insectos, arañas y frutos escasean. Hay multitud de modelos distintos de comederos de aves, y al igual que ocurre con las cajas nido, cada una prefiere unos tipos frente a otros. Algunos son muy fáciles de fabricar y se pueden emplear para ello elementos que tengamos por casa, como un tetra brik de leche, una red para guardar ajos o cebollas o un simple alambre.

Herrerillo capuchino en comedero

Herrerillo común en comedero


En verano, sin embargo, sus necesidades cambian, y les será de gran ayuda la instalación de un bebedero que les permita aliviar el calor y la sed, así como limpiarse el plumaje. Bastará con un recipiente de barro de poca profundidad y fácil acceso donde puedan beber con comodidad y sacudirse las plumas para refrescarse.

Carbonero común bebiendo agua


Texto: Ignacio Domingo
Fotografías: Ignacio Domingo y Luis Matarranz
Despiece caja nido: Luis Cabrejas
Videos: Ignacio Domingo y Ángel González







                                           










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