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sábado, 13 de julio de 2013

Dependía de su moreno



Sabíamos que allí tenía que haber un nido. Desde hace tiempo la zona de Paradinas nos había llamado la atención por su potencial para albergar nidos de aguilucho cenizo. Tarde tras tarde observando el comportamiento de distintos individuos habíamos conseguido ir reduciendo el área donde podría encontrarse el nido.
Aquel momento, a mediados de Junio, era el indicado. Estábamos con la moral por las nubes, habíamos localizado nuestro primer nido de aguilucho en Segovia. Pero no, ese no era el que perseguíamos, y sí, estábamos en el lugar indicado. Vimos salir a la hembra y tras cambiarnos de punto de observación, creíamos que teníamos el nido localizado. ¡Por fin! Este era el resultado de tanto trabajo de observación.


Entre esos cinco pollos destacan por su tamaño y comportamiento aquellos más pequeños. Si nos hacía falta un empujón y algo de determinación para comenzar a luchar por su conservación, ellos nos lo habían dado.
No hay que engañarse, era nuestra primera toma de contacto con los propietarios y la experiencia no podía ir peor. “No queremos saber nada de los aguiluchos”. Tan contundente sentencia nos ponía de nuevo los pies en el suelo. “Sí, así es, este es el mundo en el que vivimos”. Recuerdo que mi compañero me decía unas palabras similares a esas en esos momentos, pero sé también que mi incredulidad y mi rabia eran compartidas. Éramos dos generaciones con una misma ilusión recibiendo un mismo golpe pero con el extraño sentimiento de quien se siente perdedor de la batalla pero no de la guerra.
El tan ansiado moreno buscado por muchos en paradisiacos lugares donde la sociedad parece más socializada quizá retraiga a otros a culturas que creíamos ya casi relictas, donde impera el egocentrismo y el éxito no se mide por los actos y la moral, si no por la cantidad de metal de dudoso valor que puedas amasar en tus manos. En esa mar nos tocaba navegar, donde no había lugar al raciocinio o a la ética, fuera del ambiente donde nos sentíamos capaces. Tocaba pedir ayuda y delegar.
Cuán bien intencionados fuimos al poner el asunto en manos de la administración. Creíamos que llegaríamos a buen puerto y nos encontramos con... El jueves nos enteramos de que tres pollos de aquella imagen enternecedora están en un centro de recuperación ante la imposibilidad de hablar con quien no quiere escuchar. Pero, miremos de nuevo la fotografía. “¿No había cinco pollos?”. Una pregunta muy repetida entre nosotros desde ese momento. Había algunos más pequeños, quizá no lo suficientemente morenos en su plumaje como para volar. Todo dependía del “moreno” de su plumaje. Los mismos que retiraron los pollos creyeron ver otro volantón, pero, ¿y el quinto? Y sí, no podíamos quedarnos así.
Había llegado el momento de visitar de nuevo la zona. Un poco picados por la curiosidad de cómo quedaría un nido después de la cosecha y un poco por la necesidad de sentirnos vencedores de tan dura guerra nos dirigimos hacia allí. Vimos a un volantón volar pero no fue suficiente recompensa. Después de subir a las nubes, tocaba bajar a la tierra. Sobran las palabras:


Cuán ilusos fuimos. Vencedores vencidos. Duro golpe cuando alguien saborea la miel del éxito en los labios para de nuevo llegar al punto de partida. De nuevo distintas generaciones recibiendo un mismo golpe y de nuevo con el extraño sentimiento de quien se siente perdedor de una batalla pero no de la guerra. La experiencia otorga la ventaja de conocer los caminos para llegar a un destino y la perspectiva necesaria para guiarse por ellos. Es por eso que aquella gente que nos demuestra que existe otra sociedad y aquellos aguiluchos que nos muestran sus nidos como pidiendo socorro, nos ayudan a no caer en el desánimo, a seguir caminando hacia la meta, donde aquellos morenos aguiluchos puedan dar sus primeros vuelos en un mundo que sí será para ellos.

Campaña de Aguiluchos 2013, 3ª parte



Seguimos inmersos en la campaña de conservación del aguilucho cenizo en la provincia de Segovia, dando ya los últimos pasos por el cereal, puesto que las máquinas cosechadoras avanzan cual ejército de caballería por entre los campos de cultivo.

Este viernes 12 de julio, hemos estado por Miguel Ibáñez, dando protección al nido número 4, ya que mañana es el día elegido para cosechar el trigal en el que se encuentra. Abel, Pablo, Miguel, Fernando y un servidor, acompañados por la grata presencia de Pablo y Javier, dos vecinos del pueblo, hemos procedido a vallar el nido en el que se encontraban 3 pollos de aguilucho cenizo, 2 de ellos ya volantones y uno a falta de una semana para comenzar a dar sus primeros aleteos a ras de cultivo.


Preparación de la malla que protege el nido por parte de Fernando, Miguel y Pablo


 Transporte de la malla hacia el nido





Momento de la colocación de la malla alrededor del nido



Pollo de aguilucho cenizo en el nido

También contaros que el pasado día 8 de julio estuvimos hablando con el agricultor dueño de la tierra donde se encuentra el nido número 5. Juan Carlos es una persona comprometida y después de explicarle la situación de su nido, decidió retrasar la cosecha del trigal hasta que los pollos abandonen el nido por si solos, así que este nido no hará falta vallarlo.

Las malas noticias llegan del nido número 2, donde, ante la negativa del dueño en colaborar en el proyecto (nos pedía una compensación económica del doble de lo que le ofrecíamos, algo que no podíamos darle debido a que el proyecto no tiene financiación y los 20€ con los que compensamos a los agricultores por las molestias creadas, salen de nuestros bolsillos), hemos luchado hasta el final por proteger el nido. Se puso en conocimiento de la situación a la Delegación Territorial de Medio Ambiente en Segovia, para que actuara en consecuencia. Los Agentes Medioambientales se personaron en la tierra y después de inspeccionar la zona, decidieron llevarse al Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) a 3 de los pollos, ya que la cosecha del trigal era inminente. Otro de ellos ya volaba. Cuando la tarde del viernes nos acercamos a echar un ojo al lugar, con la tierra ya cosechada, nos encontramos con una desagradable sorpresa, un pollo muerto. Cuando los agentes medioambientales localizaron el nido no debieron ver este pollo y la cosechadora lo ha pasado por encima. Ha sido, sin duda, el momento más desagradable de la temporada, puesto que el principal objetivo de esta campaña es evitar que sucedan estas cosas. Si el propietario de la tierra, “El Moreno”, hubiera puesto de su parte accediendo a proteger el nido, esto se podría haber evitado. Tampoco nos parece la mejor opción retirar los pollos del nido y llevarlos al CRAS a criarlos y alimentarlos de manera artificial. Vallar el nido permitiendo que los pollos sean alimentados y criados por sus padres es, para nosotros, la mejor opción. 

Ojalá llegue un día en que la sociedad se conciencie de la importancia de todas y cada una de las especies de seres vivos que habitan este planeta y no tengamos que vivir más momentos como este.

 Pollo de aguilucho cenizo muerto aplastado por la cosechadora

 

sábado, 6 de julio de 2013

Campaña de aguiluchos 2013, 2ª parte

Durante los últimos días se han ido sucediendo los acontecimientos. Tras los dos primeros nidos encontrados el pasado 17 de junio en Paradinas, hemos localizado tres más, en Juarros de Riomoros, Miguel Ibáñez y Aragoneses. El primer contacto con los propietarios de Paradinas no fue demasiado afortunado, pero finalmente conseguimos que uno de ellos nos permitiera acceder ayer viernes al trigal y comprobar cómo uno de los pollos ya vuela perfectamente, mientras que el otro lo hará en muy pocos días. Por tanto, no ha sido necesario vallar para protegerlo. Enrique, propietario de la parcela, pudo ver junto a nosotros cómo la hembra y uno de los pollos abandonaban el nido, y comprobó que accedemos a las fincas con el mayor de los cuidados, entre otras cosas porque aplastar demasiadas espigas pondría las cosas muy fáciles a los depredadores. Aquí puede verse el momento en que el segundo pollo abandonaba el nido:




No puso cara de buenos amigos, pero seguro que si le hubiera sorprendido la cosechadora en vez de nosotros, el resultado habría sido peor. Nos alegramos de que el retraso en la cosecha haya permitido que los dos pollos de este nido puedan volar sin necesidad de una mayor intervención por nuestra parte.

Respecto al segundo propietario, al que llaman "El Moreno", no puede decirse lo mismo. No nos ha permitido el acceso a la finca pese a nuestra insistencia en tratar de llegar a un acuerdo con él y a pesar de que los 20 euros que entregamos a cada propietario como compensación por el tiempo perdido y la pequeña parte de cereal que queda sin cosechar cuando se vallan los nidos es muy generosa. Incluso sabiendo que el dinero sale de nuestro bolsillo, este individuo se resiste a aceptar nuestra colaboración para cumplir con la ley (no olvidemos que el aguilucho cenizo es una especie catalogada como vulnerable y que los propietarios de los terrenos en los que cría están obligados por ley a proteger los nidos), regateando la suma de dinero que le ofrecemos (al menos tres veces superior al coste del cereal que queda sin cosechar) y exigiendo el doble. Muy a nuestro pesar, tendremos que informar a la autoridad competente para ver si está dispuesto a continuar su miserable regateo con ella.

Este es hasta ahora el único episodio desagradable de nuestra tarea, que nos está deparando momentos extraordinarios. Aparte del placer que supone encontrar los nidos, hay que dejar muy claro que el tópico del agricultor castellano desconfiado, poco inclinado a la conservación de su entorno y cerrado a la colaboración, que de forma evidente representa "El Moreno", afortunadamente se va diluyendo con el paso del tiempo. En Juarros de Riomoros hemos conocido a Ricardo, que nos ha guiado muy amablemente hasta Jesús, quien inicialmente creíamos que podía ser el dueño de la parcela en la que se ubica el nido, y José, quien finalmente resultó ser el dueño. Los tres entendieron perfectamente la importancia del proyecto y, sobre todo, son excelentes personas, abiertos y dispuestos desde el primer momento a entablar amistad con nosotros. Quiero dejar aquí constancia de ello, puesto que la actitud de los agricultores es decisiva para que esto llegue a buen puerto. Espero que en el futuro podamos encontrar más nidos cerca de Juarros, un lugar donde a pesar del calor que hemos padecido mientras cercábamos el nido, estaremos siempre encantados de volver. El propio José ha colaborado con nosotros (Luis, Pablo, Edu y un servidor) a la hora de vallar el nido e incluso encontró un pollo que lo había abandonado y por poco se nos queda fuera del cercado. En este nido hay tres pollos de menor tamaño que los del nido de Enrique en Paradinas y un cuarto que hemos encontrado muerto. Hemos aprendido en Juarros que no sólo la relación con las aves es importante, sino que también lo es tratar con la gente y que entiendan y compartan nuestro interés por la conservación de las aves y la naturaleza. Y también hemos podido comprobar que, afortunadamente, casos como el de "El Moreno" son la excepción y no la regla.

En cuanto al nido de Miguel Ibáñez, en los próximos días valoraremos si hay que recurrir a la protección o por el contrario los pollos podrán volar antes de que lleguen las cosechadoras. Nuestro compañero Julio se acercó hasta allí también esa mañana, puesto que estábamos en "su" zona de trabajo y de realización de censos. Y el quinto nido, encontrado ayer mismo en Aragoneses, será vallado mañana por Edu, Abel, Juan Carlos y María José si logran la colaboración del propietario. En este último caso hay dos pollos que seguramente podrán volar en unos 8-10 días, pero hay otros dos que pueden tardar hasta 20 en hacerlo. Ello supone que hay que protegerlo, puesto que la cosecha del trigo, cereal en el que los aguiluchos están haciendo todos sus nidos este año, está prevista para dentro de unos 10-12 días a lo sumo. Estos son los pollos de Miguel Ibáñez, nido encontrado el 30 de junio, día en el que el buen ojo de Juan Carlos y María José nos permitió llegar hasta el lugar exacto:



Y estos son los pollos de Aragoneses, en el nido encontrado el 5 de julio por Fernando Álamo, que se estrenaba felizmente, y a quien acompañábamos Josefina, Luis y un servidor:



Solo queda recordaros que toda ayuda será bienvenida, tanto si es en forma de colaboración directa en las salidas o en forma de aportación económica para costear los materiales necesarios para el vallado y las compensaciones a los agricultores. Ya sabéis dónde encontrarnos para cualquiera de las dos cosas y, si es para ambas, pues mejor aún.

Finalmente, quisiera dar las gracias a Miguel Blanco de SEO-Salamanca, siempre  dispuesto a ofrecernos ayuda. Él tiene gran parte de "culpa" de que estos pollos puedan estar muy pronto volando por nuestras tierras. Para él, un abrazo de todos nosotros.

Fernando Arribas