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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Relato de un humedal: La laguna del Oso

Alrededor de las 13 horas hicieron acto de presencia los primeros miembros de Seo Segovia en uno de mis observatorios. Antes de lo esperado. Parece que las cosas por el azud de Riolobos no fueron como esperaban. El cielo permaneció toda la mañana completamente encapotado y únicamente en pequeños periodos de tiempo la lluvia se ausentaba para permitirles salir del coche. Entre los inquilinos del Azud de los que pudieron disfrutar destacaban la gran cantidad de azulones, algunos patos cuchara, somormujos, cormoranes, gaviotas sombrías, algún aguilucho lagunero, garza real, perdices, un cernícalo, algún milano real... En uno de los momentos en que se decidieron a hacer uso del telescopio, pudieron observar un grupo de grullas y alguna liebre en los campos de alrededor. Pero la lluvia persistente, les invitó a dirigirse a la Moraña, lugar en el que me encuentro, ofreciéndoles una grata despedida con el espectaculo ofrecido por un gavilán y un aguilucho lagunero, que las tenían entre sí.

 Arco iris a la llegada a la laguna del Oso

Tras una rápida visita a El Oso y posterior aventura por los caminos embarrados del entorno, se aposentaron en el observatorio para observar a algunos de los huéspedes habituales de la época. En la lámina de agua reposaban gran número de azulones y patos cuchara, en compañia de alguna cerceta y ánade silbón. En los campos de alrededor hacían acto de presencia estorninos, avefrías, gansos, cornejas, algunas grullas, un cernícalo común, milano real, trigueros.

Estando al cobijo del observatorio, y habiéndose unido otros miembros del grupo liberados de sus quehaceres matutinos, también pudieron disfrutar de especies muy de cerca, como los trigueros, un bisbita alpino o alguna lavandera blanca.
 Lavandera blanca (Motacilla alba)
 
Bisbita alpino (Anthus spinoletta)


El espectáculo para amenizar la tarde estuvo a cargo de las aves rapaces, haciendo acto de presencia un águila imperial, un busardo ratonero, una pareja de aguiluchos pálidos, un aguilucho lagunero y un veloz esmerejón. Estos últimos, con sus vuelos a ras del carrizo, causaban gran pavor entre las pequeñas aves, que huían prestas a refugiarse.

Busardo ratonero (Buteo buteo)

  
Aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) hembra sobre el carrizal

Aguilucho pálido (Circus cyaneus)

Pero les aguardaba lo mejor. Al anochecer, vienen a cobijarse en mi grandes bandos de grullas y ánsares, y en mis orillas ocupadas por el carrizo se juntan gran número de escribanos palustres para pasar la noche.

Grullas (Grus grus) llegando a los alrededores de la laguna

La luz se apagaba y era el momento de volver al pueblo, y ya entre la gente local, comentar lo que el día había dado de sí. Sólo me queda esperar su pronto regreso para poder seguir disfrutando de la grata compañia de gente que me aprecia y respeta. Seguro que en breve estarán aquí de nuevo, pues aún les queda mucho por conocer de mis ocupantes.  

Pd: Hoy debemos alegrarnos por la recuperación de uno de los mejores representantes de los humedales ibéricos. La sociedad toma conciencia y la naturaleza, sabia, lo agradece. 




1 comentario:

Nacho dijo...

Excelente crónica Abel. Me ha gustado el enfoque que le has dado, muy original.

Muchas gracias por compartir la excursión con todos

Saludos